4.1.09

Propuesta de Dirección


Los distintos lenguajes escénicos que confluyeron en el montaje de Enemigo en Común, fueron orientados hacia la recreación del mundo interior del protagonista, con el propósito de configurar una materialidad sobre la cual incitar a una lectura ética de los conflictos individuales y sociales de los personajes.

En razón de ello, se decidió utilizar referentes conceptuales y estéticos del expresionismo cinematográfico alemán, que prosperó entre los años 1918 a 1926. Y si bien, una característica angular de dicha tendencia fue la heterogeneidad de temáticas y estéticas propuestas, se pretendió replicar por una parte el sentido del Weltschmerz como trasfondo: una atmósfera opresiva y dolorosa, que intenta reflejar el mundo en que el hombre vive, y que en el caso de Zacarías, manifiesta el conflicto entre las fuerzas instintivas y el afán de constreñirlas en parámetros morales, que subsisten más por la reiterativa imposición que por la adhesión consciente de los sujetos.

Por otra parte, se intentó adoptar ciertos principios básicos del Kammerspiel, (Teatro de Cámara), desarrollado por Max Reinhardt: actuaciones intimistas sin ampulosidades, orientadas a conflictos psicológicos o humanos en pequeña escala y en espacios corrientes, con recursos escenográficos y lumínicos primordiales.

Hay, por tanto, influencias de “Das kabinett des Dr. Caligari” (Robert Wiene, 1919), en particular en la imagen de la fachada que se utiliza como telón de fondo, en el mobiliario doméstico de los personajes y en los vestuarios, algo más contemporáneos y urbanos.




Pero, también se apela al devenir romántico expuesto a un destino inexorable como en “Der Müde Tod” (Fritz Lang, 1921), en la construcción de los personajes y en particular, en la historia de amor de Zacarías y Laura.



Por último, la percepción de una realidad sombría, como en “Faust” (Friedrich Murnau, 1926),



tanto por el despliegue de la penumbra pulsional de los personajes, como por su corrupción moral, como en el “Dr. Mabuse der spieler” (Lang, 1921-22),



aunque con albergo también para la ironía presente en Celso, alter ego del Conde Orlock de “Nosferatu” (Murnau, 1922).




Cabe indicar que las investigaciones relacionadas con el Expresionismo como tendencia en el arte nos llevaron también a proponernos influencias más próximas en temporalidad. Así fue como recurrimos a la concepción visual del director teatral Robert Wilson,




y del director cinematográfico David Lynch, en particular, la de sus primeros cortometrajes.

El diseño escenográfico se complementa con visuales, en las que la imagen pretende reflejar la actividad mental del protagonista, en relación con los recuerdos y los hechos que permiten contextualizar las vicisitudes de su vida. Dos de ellas pueden visualizarse en la última entrada de esta etiqueta.

Finalmente, la musicalización, original para la obra, se sitúa en una de las directrices argumentales del montaje: la evocación y la apelación constante a la memoria individual y colectiva del público asistente.

Enemigo en Común ofrece una perspectiva ética desprovista de los prejuicios comunes con los cuales se enfrentan las temáticas que propone, restituyendo al espectador la posibilidad de elaborar una opinión propia sobre aquellas. Estética y conceptualmente contemporánea, reactualiza el teatro basado más en la narrativa que en la situación, presentando un montaje cuidado, vigoroso, crítico y emotivo, que exalta la valoración del individuo y su capacidad autorredentora, una vez que la conciencia abandona las visiones parciales y logra una compresión holística de la existencia.

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